¿PUEBLO ENEMIGO DEL PUEBLO?

POR HÉCTOR PARRA RODRÍGUEZ.

Hasta ahora las manifestaciones y “bloqueos” de carreteras, actos vandálicos y delictivos organizados por la CNTE y organizaciones hostiles afines, han perjudicado al pueblo y no al gobierno ante la demanda de derogar las reformas en materia de educación.

¿Entonces qué persiguen los docentes y seguidores si no logran su objetivo? ¿Acaso pretenden sumar voluntades en su contra agrediendo a la población? Al pueblo de Oaxaca literalmente lo tienen de rodillas; a los chiapanecos también los hostigan  con sus cierres de carreteras; a la Ciudad de México la asfixian con cierres de calles y avenidas.

La suma de voluntades en contra de estas acciones violentas cada vez va en aumento. Tampoco paso por alto que hay –muchos menos- quienes simpatizan con la causa magisterial, aunque no con los métodos. Otros tantos de los adeptos han sido engañados con aquello de que será privatizada la educación y todo lo que sus hijos reciben en escuelas de gobierno les será cobrado, a estos se les manipula, lo malo es creer semejantes mentiras, se aprovechan de la ignorancia.

Los ánimos de la sociedad se crispan. De por sí nuestro país se sumen entre la violencia ocasionada por las bandas delincuenciales, homicidios por doquier, secuestros, extorsiones, robos, violaciones, depreciación del peso, aumento de los energéticos, falta de empleos, salarios de miseria y para colmo la clase política no se pone de acuerdo en el cómo castigase entre ellos por actos de corrupción por medio de su ley 3 de 3.

La “guerra” en Oaxaca no solo es magisterial. Así han confesado algunos de los lidercillos del movimiento magisterial: es en contra del neoliberalismo. Por eso el bloqueo de mercancías a tiendas trasnacionales. Hoy día hay desabasto de alimentos, medicinas, combustibles y más, en la capital de Oaxaca y sus alrededores, generado por los actos de represión magisterial en contra del pueblo para presionar al gobierno. Vaya semejante solución al conflicto o diferendo de intereses.

Por si todo lo anterior no fuese poco, Andrés Manuel López Obrador y su partido Morena, organizan su movimiento político para unirse a las pretensiones de los profesores; sumado a que, los refacciona con dinero, 300 pesos a cada persona para que resistan ¿De dónde el dinero? Claro que su pretensión es inequívoca, sumar voluntades para alcanzar la Presidencia de la República para el 2018. Primero sus intereses antes que la estabilidad de la patria. El señor es el candidato de Morena y bajo esa personalidad sigue recorriendo la República. Vaya mezquindad.

Otros políticos, panistas y priistas se desgarran vestiduras para demostrar quiénes son más corruptos, ahí está el caso de Veracruz; hasta de locos, orates y esquizofrénicos se acusan. No entienden que el rehén de sus disputas es el pueblo. Parece no importarles.

El Secretario de Gobernación perdiendo el tiempo en pláticas con líderes magisteriales que no le hacen caso ni él los atiende en sus demandas; diálogo de sordos. Y al no encontrar respuestas para el levantamiento del movimiento magisterial de represión social, simplemente los amenaza, advirtiéndoles: se terminó el tiempo; y ni quien le haga caso. Entretanto el hostigamiento en contra de la sociedad, principalmente la oaxaqueña continúa y este ha logrado sumar más voluntades, aunque muchas de ellas por medio de amenazas.

El Presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, pide diálogo, diálogo y más diálogo; tampoco el hacen caso. Ora en el desierto. El Presidente de la República prefiere no meterse en el asunto para no empantanarlo más y continúa con sus giras nacionales e internacionales. El gobernador perredista-panista ha sido rebasado, sus huestes no responden.

Queda claro que la disputa de las partes es ver quién logra hacerle más daño al pueblo antes que ceder en las pretensiones ¿Acaso no podría el gobierno suspender temporalmente la aplicación de la ley en la zona de conflicto? Por supuesto que sí. Entonces el movimiento se relaja, se sientan con el ánimo de lograr acuerdos.

Como van las cosas y si las partes no ceden, no hay más que –debe hacerse legalmente- aplicar la ley, proceder al desalo de los violentos, detener a los agresores del pueblo, procesarlos y volver al orden institucional. En Oaxaca se ha quebrantado el estado de derecho.

 

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