TODOS MUESTRAN MÚSCULO, PERO NO ES SUFICIENTE

POR: HÉCTOR PARRA RODRÍGUEZ

En estos últimos días de campañas, en las que han dado comienzo los cierres en diversos Estados de la República, José Antonio Meade, Andrés Manuel López y Ricardo Anaya, pretenden mostrar el músculo y acreditar que tiene la suficiente fuerza electoral para ganar la batalla final: la elección del próximo domingo. Sin embargo, la verdadera fuerza electoral la deberán probar ese día, cuando acudan a votar aquellos que, a pesar de tener el derecho y la obligación de hacerlo, acudan a la urna. De lo contrario, el padrón de 89.3 millones de electores les quedarán cortos a todos.

Anaya, a pesar de haber bajado estrepitosamente al tercer lugar de las preferencias, se niega a declinar en favor de José Antonio Meade, tiene miedo que lo encarcelen una vez que este gane la Presidencia de la República. Por eso se resiste y amenaza con recluir en la cárcel tanto a enrique Peña Nieto, como al mismo Meade. Él sabe los delitos que cometió y busca que lo perdonen, por eso no cede, por eso se resiste y presume que puede ganar la elección, cuando miles de panistas le dieron la espalda por sus traiciones y deslealtades; muchos de ellos ya preparan la refundación del PAN, pasadas las elecciones, dada la depauperada posición política que ha hecho de su partido. Él sabe que será no solo un perseguido político, también será un perseguido por sus delitos, en la misma España le siguen varias investigaciones por “lavado de dinero”. Por ello, dice el dicho, se dobla, pero no se quiebra. Está de por medio su libertad. Por parte de sus “aliados” la cosa está mucho peor, el caso de Amalia García, fundadora del PRD, decidió apenas este fin de semana separarse de su partido dada la pésima conducción de su instituto político, más por la irracional alianza que hicieron con Ricardo Anaya. Morena desfondó al PRD, quien ha perdido el rumbo ideológico para convertirse en simple instrumento al servicio de Alejandra Barrales y el mismo Anaya, quienes solo buscaron ser candidatos de una facciosa alianza. El mercantilista de Dante Delgado Ranauro, el otro aliado de Movimiento Ciudadano, se subió a la candidatura del Senado y poco le importa el destino de sus aliados circunstanciales. Ricardo Anaya Cortés, pretende el “perdón” anticipado para dejar la candidatura y pedir a la militancia que el bueno es José Antonio Meade; pero priistas se muestran reacios a perdonarlo, por su naturaleza de traidor. La Izquierda Democrática Nacional, una de tantas corrientes del PRD, también decidió separarse del PRD e irse a refugiar a Morena, precisamente por la traición de la alianza con Anaya. Ricardo y Alejandra, causantes de la deformación y cuasi desaparición del PRD, más la deformación del PAN, todo por las ambiciones personales y no de partido, mucho menos por formas un verdadero proyecto de Nación, labraron su destino: perder las elecciones. Ricardo Anaya, pide perdón en silencio para declinar, mientras tanto como “animal moribundo” está dispuesto a llevarse entre los pies a quien se le cruce en el camino. Ni el salario universal que ofrece Anaya, lo rescatará de la derrota. Vaya semejante “idiotez” ¿Se imagina a Carlos Slim, haciendo fila para cobrar su pensión? Sí, su propuesta es “salario universal” para todos los mexicanos, sin distingo alguno de posición económica, todos con derecho a recibir dinero por no hacer absolutamente nada. “De locos la propuesta de gobierno”.

Por otro lado, la fuerza de Morena sin lugar a dudas se ha visto fortalecida por las promesas que no podrá cumplir Andrés Manuel López, pero han llamado la atención de millones de electores que también esperan ver derrotado al PRI que llaman corrupto, con la esperanza de recibir un mayor ingreso económico, también por no hacer nada, simplemente por no tener trabajo, ese sería el requisito. El presupuesto público sería insuficiente para mantener a tantas y tantos mexicanos. López Obrador ha instigado a esa población haciéndole creer que el causante de sus desgracias y pobrezas es el gobierno de Peña Nieto, él es el culpable de desapariciones, de la delincuencia organizada, de los “huachicoleros”, de los asesinatos, de las desapariciones, de la muerte de los 43; vamos, Peña es responsable hasta de los temblores y sus consecuencias. Inventan mentiras como las de la privatización del agua, la innecesaria construcción del nuevo aeropuerto, de la quiebra económica del país, etcétera y todo para ganar inadaptados adeptos y vaya que los ha conseguido, esos millones de mexicanos que a todos echan culpas de sus desgracias personales, menos ellos. López ha alimentado los odios de las frustraciones personales, buscando culpables de las mismas, sin darse cuente que ellos son los responsables de su propio destino y no precisamente el gobierno en turno, tampoco los anteriores. Su estratégia de, divide y vencerás, podría darle resultado después de largos años de haber sembrado ese odio y que, el organismo electoral permitió, toleró al darle la oportunidad de hacer campaña política no solo nacional, también internacional en tiempos no permitidos para ello ¿Ya olvidaron aquellas frases agresivas de “marranos, puercos, cochinos”? Y no lo sancionaron. Alimentó pacientemente el odio y logró dividir a gran parte de la población con su discurso agresivo, hoy se ve el resultado, miles lo siguen con la esperanza de ver en la cárcel a todos los que tienen aquello que otros no tienen. El discurso populista en toda la extensión del sentido laxo de la palabra. Las propuestas populistas de Andrés Manuel López, no podrán ser cumplidas, las de carácter económico no hay forma de ejecutarlas, salvo que incremente sin razón alguna, la impresión de billetes, lo que ya no puede hacer, por aquello de la autonomía del Banco de México; o de seguir endeudando al país por medio de créditos. El candidato no ofrece incrementar impuestos para reforzar la hacienda pública, por el contrario, promete reducirlos y por ello los ingresos hacendarios ¿De dónde entonces saldrán los miles de millones de pesos para ello? López afirma que con terminar con la corrupción será suficiente. Esta es una “verdadera falacia” que ni él mismo la cree ¿Terminar con la corrupción del pueblo y ello le dará 500 mil millones de pesos? Otra de tantas mentiras que, muchos de los dóciles seguidores le creen a “pie juntillas” sin ponerse a pensar en operaciones matemáticas de primaria para darse cuenta que no se puede. El dinero producto de la corrupción forma parte del bolsillo de millones de mexicanos que dan a las autoridades para la solución o agilización de algún asunto, no sale de las arcas públicas, no es dinero público que ya no se gastará. Otro más de sus embustes, engaños, falsedades. ¡Ha! Pero eso agrada, embelese al “oído” del elector fácilmente manipulable. Sus propuestas de gobierno son una “ilusión” por demás populistas, al igual que lo hiciera en su momento Chávez en Venezuela y que hoy tiene mentido en problemas a ese pueblo por falta de empleos, por falta de alimentos, por falta de libertades, por falta de seguridad; todo, todo se ha estatizado y la iniciativa privada literalmente ha desaparecido; los medios de comunicación han sido “tragados” por el Estado y no hay libertad de expresión. Ese es el mismo camino que ha trazado el candidato de Morena, la izquierda antigua que ha desaparecido por inoperante en casi toda la faz de la tierra. Populismo rampante y oculto vestido tras un falso traje de democracia y libertad. Por eso la necesidad de que Ricardo Anaya, decline en favor de José Antonio Meade, ello permitiría asegurar el triunfo y no el de las cuestionadas encuestas que no dan triunfos. Triunfo electoral que, según los morenistas, ya lo tienen seguro, en la bolsa, como lo afirma la facciosa Presidenta virtual de Yeidckol Polvnsky Gurwitz –Citlali Ibáñez Camacho-, cuando afirma que si hay fraude se nos va a aparecer el “Diablo” ¿Qué significa la amenaza? ¡Ya no es el “Tigre”! Ahora es el “Diablo”. Al final es lo mismo, se reduce a la amenaza de violencia; equivocadamente creen que las encuestas son votos y les han dado el triunfo anticipado. El cambio que prometen es una ilusión, aprovechándose de la necesidad del “cambio”. Pero ¿Cuál cambio ofrece Amlo? Un cambio ficticio imposible de cumplir por la vía democrática y ello es verdaderamente un riesgo para el País, de tal suerte que no resulta el candidato idóneo para gobernar México con capacidad probada y suma responsabilidad.

Conclusión. José Antonio Meade Kuribeña, ha demostrado ser la persona idónea para conducir los destinos del País, es un hombre honesto y con la suficiente experiencia en la gobernanza, que ha probado atreves de su vida profesional ser exitoso. Si bien algunas de sus propuestas tampoco son del todo buenas por aquello del populismo, al dar apoyos y apoyos vía subsidios y más subsidios; aunque él sabe sobre el manejo presupuestal y ha dicho que sí es posible ayudar a ciertos grupos sociales marginales, que requieren el apoyo solidario del Estado. Sus propuestas de gobierno son creíbles, reales, como el caso de apoyar las inversiones sean nacionales o extranjeras como vía para mejorar las condiciones de millones de mexicanos con más empleos y mejor pagados, en la inteligencia que no depende del gobierno si son mejor pagados, eso depende directamente del empresario; México debe ser competitivo en el concierto internacional lo ha dicho con claridad y vaya que es cierto. Que ofrece terminar con la violencia que tiene asolado a todo el País, es muy fácil ofrecerlo; lo difícil es cumplirlo. Mientras haya jueces que privilegien las normas a la justicia, es casi imposible alcanzar ese objetivo; en tanto los defensores de los derechos humanos dejen de defender a los delincuentes –algunos son parte de ellos- otro será el panorama; en tanto no se rescate la autoridad para imponer el orden, seguiremos viendo como un “espectáculo” en las redes sociales, como la sociedad civil vitupera a la autoridad responsable de guardar el orden, cuando hemos visto que son familias enteras las que se agazapan y cubren bajo ese manto protector de las redes sociales para delinquir, la delincuencia seguirá haciendo de las suyas; hemos observado que pueblos enteros protegen a los delincuentes por unas cuantas monedas, esa sociedad es aliada de la delincuencia; las cosas se han descompuesto, por ello la “industria” de la delincuencia ha prosperado, debido a tanta impunidad que entre la sociedad se ha sembrado hasta crecer como la mala hierba que no deja crecer los buenos frutos; sociedad cómplice y la gran mayoría a merced de esos delincuentes, sociedad que carece de protección. Por eso no será fácil cumplir la promesa de rescatar la seguridad si no cambia la misma sociedad. Meade ofrece crecimiento sin recesión, mayor seguridad social, el recate de la seguridad pública, etcétera, todo en forma por demás moderada sin caer en el característico populismo, pero cuidado con ofrecer aquello que después no pueda cumplir, la sociedad también está cansada de promesas incumplidas; cualquier cambio debe hacerse de la mano de la sociedad, el gobierno no puede solo, es más, resulta obligatorio responsabilizar a la sociedad en la solución de los problemas, debe ser parte de ello, así es el pueblo y no el gobierno, es quien logra salir adelante bajo la conducción de las políticas de Estado que beneficien a las mayorías que reclaman justicia social. Todas las partes de la nación son importantes, indispensables e indisolubles para dar solución a los grandes problemas. José Antonio –objetiva y realmente- es quien tiene los atributos para, de la mano con la sociedad en su conjunto, coadyuvar en la solución de los grandes males. Meade no será el Mesías, seguro que no, pero tiene los mejores atributos. Por lo tanto, bajo esta óptica realista, podría decirse que el voto será para este personaje; sin embargo, no todo es tan sencillo, hay inercias, aberraciones ideológicas, antipatías, odios sembrados, obsesiones desbordadas y enfermizas que deben vencerse y eso solo usted puede lograrlo el día de la jornada de votación bajo la tranquila casilla electoral en el momento en que sufrague analítica y reflexivamente, sin filias ni fobias. Ese día usted podrá decidir el mejor destino para nuestro país.

 

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