TRIUNFÓ EL POPULISMO DEMOCRÁTICO

POR: HÉCTOR PARRA RODRÍGUEZ

Lunes 2 de julio de 2018.- Lo que muchos pensaron podría ser una contienda reñida para la Presidencia de la República, resultó un contundente triunfo en favor del candidato populista Andrés Manuel López Obrador, quien entrará en funciones a partir del día 1º de diciembre próximo. Los amloistas preparaban, incluso, como mecanismo de defensa el discurso del fraude electoral en caso de perder. No hubo necesidad y no se apareció el diablo ni hubo necesidad de soltar el tigre, amenazas de violencia que también usaron para advertir lo que pasaría en caso de que perdieran la carrera a la Presidencia de la República. Seguro de su triunfo, cambió del discurso agresivo de confrontación, al conciliador a sabiendas que será Presidente de México.

Dieron resultado los muchos años en campaña, el problema que logró dividir a los mexicanos entre buenos y malos, honestos y corruptos, ricos y pobres; esa sociedad dividida que hoy sigue activa y en franca confrontación en las redes sociales, muchos de sus seguidores ahora sabiendo que logran el triunfo se muestran soberbios, altaneros a grado tal que incitan a abandonar el territorio nacional a los perdedores. Esta es una grave consecuencia generada por el discurso de odio promovido por el hoy candidato triunfador y que prosperó, caló en el ánimo de aquellos que, con o sin razón, se sienten marginadnos. Viene para ellos la “supuesta” revancha, esperando ansiosamente las expropiaciones de la añeja izquierda, el saqueo a los ricos para derramar el dinero en manos de los desfavorecidos. Nada de eso sucederá, dijo Andrés Manuel; no habrá expropiaciones. Se respetarán los derechos de todos, los derechos adquiridos. Así que no les quedará más remedio a estos agresivos amloistas que ponerse trabajar, esforzarse para acceder a su propia riqueza.

Fueron muchos los ofrecimientos de Andrés Manuel en favor de los desfavorecidos ¿Cómo le hará para cumplir las promesas que en gran medida tienen sustento en el presupuesto público reforzando el Estado asistencialista? Habrá reingeniería presupuestaria, así lo advirtió, baja de salarios de funcionarios, recortes de las plantillas de burócratas, conclusión de la corrupción y con ello habrá suficiente presupuesto público para satisfacer todas sus promesas de campaña ¿Será posible? Por supuesto que será insuficiente, así no será posible cumplir, en lo inmediato, con las ofertas que le sirvieron para “cachar votos”. No podemos descartar que un factor importante del triunfo fue el hartazgo de la población, por la abusiva corrupción que se enraizó durante este sexenio por todos los rincones de México, pero solo se le cargó a los gobiernos priistas; unos casos ciertos, otros inventados, pero todos creídos por gran parte de la sociedad; vendió bien el discurso de la corrupción e impunidad, mismo que pretendió usar Ricardo Anaya, sin mayor éxito, al relacionarlo directamente con el delito de lavado de dinero. El mismo Andrés Manuel agradeció a las “benditas redes sociales” su triunfo y cómo no, en ellas circularon enormes mentiras para desprestigiar a sus enemigos. En la política todo se vale, dicen los que de ella viven.

Andrés Manuel López Obrador y sus seguidores deben estar conscientes que su triunfo si bien fue claro e inobjetable, de un padrón electoral de 89 millones 250 mil 881 electores, apenas una tercera parte votó por él, luego entonces el resto no lo apoyó; será un presidente legal, pero no legítimo. Es la enorme mayoría de mexicanos que no votaron por su programa de gobierno. Se escucha impactante el saber que la cifra que lo llevó al triunfo rebasa apenas de poco más del 50% de los votantes; más el 38% de los electores no acudieron a las urnas y de ese 62% se obtiene el 50% de votos para López Obrador. Así se oye diferente. Lo cual significa que el 50% de los electores no votó por él y el resto del 38% que no asistió a las urnas tampoco lo hizo, luego entonces no es el 50% del total. Con esto en contra, la democracia le otorga el triunfo electoral dado el sistema de mayoría relativa y no el de la calificada que observa la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos. La Constitución, la ley, la sociedad y las instituciones respetan el triunfo y López Obrador, será el próximo Presidente.

Hoy día México y la sociedad mexicana han logrado instituciones fuertes, sólidas a prueba de cualquier intento de “golpes de estado”. Tenemos instituciones sólidas y una sociedad madura que vigilará el cumplimiento, sin desestabilización social ni económica, de las promesas de campaña. Morena, por sí sola, no tendrá mayoría en el Congreso, lo que hace imposible legal y constitucionalmente cualquier modificación abrupta al estado de derecho que hoy nos rige. Sin embargo, con sus aliados sí podría intentar modificaciones de fondo, como aquella del plebiscito cada dos años, como lo propusiera en su momento Chávez en Venezuela y la izquierda se ha perpetuado en el poder. De tal suerte que la composición de las cámaras es fundamental para todos, no solo para las fuerzas políticas que cada una promueve sus propios intereses, muchos de ellos en contra de la población. A las reformas constitucionales hay que considerar el apoyo de la mayoría de las legislaturas de los Estados y no cuentan con ese soporte político partidista. La mayoría de los mexicanos estaremos atentos y críticos a todo lo que realice Andrés Manuel; habrá que reconocer cualquier buena acción y criticar lo contrario, impedir, si es el caso, por medio de mecanismos legales, todo aquello que atente contra las instituciones democráticas y del mismo pueblo.

Todavía ayer, día de la elección, escuchamos dos discursos del candidato triunfador; uno, en el que arenga a sus seguidores; el otro, ya como candidato ganador, un discurso conciliador, lleno de esperanza que no comprometerá derechos individuales ni colectivos, con un mensaje a los gobiernos extranjeros de cooperación y respeto, de rescatar los principios de la Doctrina Estrada que fueron abandonados por los neoliberales, la no intervención y respeto entre las naciones, como los sentenciara Benito Juárez. Un discurso armónico y unificador ¿A cuál discurso habrá que atender? ¿Acaso habrá distintos discursos según el auditorio, como lo hiciera en campaña? Por otro lado, la composición de su gabinete, anunciado y hecho público, en donde se amalgaman hombres y mujeres de todos los grupos políticos, incluso empresarial –Alfonso Romo-. Ahí encontramos ex priistas –Esteban Moctezuma-, ex panistas –Tatiana Clouthier-, ex perredistas –Rocio Nahale- y más, como la Ministra en retiro, Olga Sánchez Cordero –cobra medio millón de pesos mensuales-, que en su vida ha trabajado en el ámbito de la gobernabilidad y será la responsable del área en Gobernación; muchos buscaron y encontraron refugio en las filas de Morena, cayendo en los brazos de López Obrador, quien hábilmente logró sumar odios, envidias y rencores en su favor. Distintas corrientes políticas ¿Cuáles criterios imperarán en el ejercicio gubernamental con la mezcla de todos? Qué decir de los extremos de Paco Taibo II, que mandó exiliar a todo aquel que no estuviera de acuerdo con ellos, al igual que el agresivo gringo extremista nacionalizado mexicano John M Ackerman, enquistado en las aulas de la Unam. Incluso hay gente demasiado joven cuya única virtud es su belleza, como la exconvergente Luisa María Alcalde Luján, quien siendo preparatoriana llegó a la Cámara Federal como Diputada plurinominal. Las incógnitas sobre la gobernabilidad preocupan dada la enorme incertidumbre por la composición del equipo del candidato ganador. Claro que podríamos pensar de forma simplista y afirmar que la pluralidad enriquecerá el trabajo gubernamental, pensando en un cuasi gobierno de coalición; pero no es así, aparentemente no hay un hilo conductor entre todos ellos, al menos su existencia no se aprecia hasta ahora.

La primera incertidumbre fue resuelta, ya se sabe quién nos gobernará los próximos seis años, un populista en el discurso político y un armonizador en el discurso oficial como futuro Presidente de la República. Ahora la enorme incógnita es saber cuál será su línea de gobierno, por supuesto que dejará de ser neoliberal ¿Será de izquierda progresista? ¿Izquierda recalcitrante acostumbrada a repartir la riqueza que no es de ellos? ¿Cuál? El paso del tiempo nos irá desvelando poco a poco el rostro real del nuevo gobierno federal. Mucho trabajo le espera al nuevo gobierno, sobre todo por tanto ofrecimiento populista por medio del cual llegó a convencer a millones de mexicanos que votaron por él y su proyecto. Ni Andrés Manuel López Obrador, ni su equipo, deben olvidar que las ¾ del electorado no votó por él ni por sus propuestas, debe respetar a las mexicanas y mexicanos que no lo apoyaron, sumar, eso sí, a esos más de 60 millones, que no están de acuerdo con sus políticas; deberá ser un excelente mediador para satisfacer a mayorías y minorías, a ricos y a pobres, a legos y doctos. México es y debe ser uno, esa es la esperanza que le dio el triunfo. Es espera la ofrecida “cuarta transformación” de México que ilusiona a muchos y a los más los decepciona a sabiendas que no podrá cumplir por lo arduo de alcanzar sus promesas. Quedaron atrás los “puercos, marranos y cochinos” de sus adversarios. En lo sucesivo tendrán que ser sus aliados, necesitará de todos ellos para alcanzar sus objetivos.

 

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