TRAS LA VERDAD

POR: HÉCTOR PARRA RODRÍGUEZ

Lunes 10  de septiembre de 2018.- No cabe duda que Andrés Manuel López Obrador, continúa en una frenética campaña política, seguramente no encuentra como parar su “tren”, acostumbrado al proselitismo después de tres largos sexenios. No paran sus promesas, sus críticas negativas hacia el gobierno actual, todo para justificar que él recibe un país en ruinas y que él resolverá todos los problemas, cualquiera que estos sean. Ahora prometió terminar con el “porrismo” en las universidades públicas, ofreció que a su llegada el próximo 1º de diciembre ya todo será diferente, que no permitirá la existencia de esos grupos en las universidades. Así de simples son sus planteamientos. Por supuesto también sigue ofreciendo que ya no habrá corrupción a su llegada y todo el dinero que se robaban y que no se volverán a robar a partir de su arribo a la Presidencia de la República, la hacienda alcanzará para todos los proyectos que ha ofrecido.

En su última visita y reunión de trabajo proselitista, apenas el sábado pasado, en la zona sur del país, en la que estuvieron presentes los gobernadores en funciones y los que empezarán a gobernar, ofreció una vez más la construcción de su principal proyecto de obra pública, el “Tren Maya”. En esta ocasión seguramente alguien le dijo que necesitaba el respaldo de los gobernadores por donde pasará la ruta de ese tren, invitó a los mandatarios de esos territorios; el tren resolverá todos los problemas de los estados por donde pasarán las vías del ferrocarril; no solo será turístico, también de carga para que movilice lo que la industria de la zona requiera ¿Cuál es la pregunta que de inmediato se hicieron? Ninguna, todos asienten.

Volvió a reiterar que no habrá daños ecológicos en toda el área. Aunque ahora recompuso sin que nadie lo notara o alzara la voz; inicialmente dijo Andrés Manuel, que no se tiraría ni un árbol; ahora dijo que se restaurará cualquier zona que se vaya a dañar, que se plantarán más árboles ¿Entonces? Lo curioso que los activos ambientalistas no han alzado la voz, se mantienen callados, todo lo han consentido ¿Estarán de acuerdo con el megaproyecto o le temen al Presidente electo? No se sabe, lo cierto que nada ha opinado. Para cualquier lego en la construcción, bien sabe que el daño que se causará a esa zona de reserva ecológica, patrimonio de la biosfera, será tremendo el impacto no solo a la flora, pasan por alto a la fauna del lugar; llegará máquina pesada para realizar su labor; cientos o miles de trabajadores que requerirán espacios para maniobrar, trabajar, dormir, hacer sus necesidades fisiológicas y comer en los campamentos que instalen. Eso cualquier lo sabe ¿Por qué entonces la mentira que nadie osa cuestionar? ¿Acaso el exceso de poder que ya ostenta el Presidente electo los atemoriza por cualquier acción de enojo y sus repercusiones?

Ofrece que habrá trabajo permanente para 20 mil campesinos; que se sembrarán 50 mil hectáreas con árboles frutales y maderables. En primera, cualquier árbol frutan que se siembre de cualquier especie, no dan frutos de manera inmediata; unos no producirán fruto alguno al siguiente año de ser sembrados; los otros tampoco darán madera. Los primeros necesitan al menos cinco años para producir; los otros mucho más tiempo para ofrecer su madera. Una vez terminado el trabajo de siembra y esperar a que sean productiva la inversión ¿Quién los va a mantener mientras tanto? Claro que dirán que se ocuparán en el cuidado de la siembra, agua fumigación, plagas, temporales atípicos, etcétera. Pregunto ¿Quién los va a mantener? ¿El gobierno? Ese espinoso asunto no se ha abordado ni se le ha preguntado al Presidente electo. Simplemente callan y consienten en lo que él ofrece, sus promesas no se discuten, se imponen. Así es el “corazoncito”.

Continúa desacreditando la reforma petrolera y afirma que todo fue un engaño del gobierno actual; que no se extrae el petróleo que se prometió. Ah, pero que él sí cumplirá que en poco tiempo y la extracción del petróleo aumentará de 1.8 millones de barriles diarios a 2.6 millones. Así de fácil. Nadie pregunta cómo conseguirá ese incremento. Él ofrece y se le cree a pie juntillas. Simplemente afirma que perforarán más pozos petroleros en tierra firme y en aguas someras, que habrá más inversión para ello. Por supuesto que la inversión será multimillonaria, aparte de los 160 mil millones habrá otro tanto más con las economías sin corrupción. Sigue fustigando los contratos realizados en este sexenio, reitera hasta el cansancio que ordenará se analicen y revisen 107 convenios para ver si no hubo corrupción, contratos leoninos ¿Y si no los hubo qué hará, se habrá olvidado y reconocerá la honestidad en la firma? No lo creo ¿O, para librarse del desprestigio cuestionará varios de ellos y buscará la cancelación? ¡Eso le saldrá caro a la nación! Las empresas se defenderán de la acusación. López Obrador, sigue obsesionado con la corrupción, mal de todos los males y que terminará con ella de la noche a la mañana. Buena intención, loable sin lugar a dudas, pero de ahí a que acabe con ella, es terminar con la cultura del pueblo mexicano. Para finales de julio pasado dijo que invertiría en esa área más de 300 mil millones de pesos. El pasado fin de semana dijo a inversionistas petroleros mexicanos que a partir de diciembre habrá 160 mil millones disponibles para una mayor extracción de petróleo y que lo ofrecido por el gobierno que se va fue un “vil engaño” (como la vil venganza por la multa a Morena por aquello del fraude del fideicomiso) y un rotundo fracaso. Vamos, son acciones de un Presidente electo que se resiste a terminar con su campaña político electoral. Acusa y promete ser mejor que aquellos que se van. López Obrador no necesita de esa publicidad engañosa, ya es el Presidente, solo faltan 2 meses y medio para que entre en funciones. No quiere perder popularidad, la cual no necesita en estos momentos. Después será otra cosa, cuando no pueda cumplir todo lo que ofrece, entonces veremos a quién seguirá culpando de sus fracasos, seguramente se inventará cualquier justificación para ello.

Y lo mismo sucede con el conflicto de la violencia, con la delincuencia, otro problema que dice se resolverá cuando él tome el poder se terminarán las acciones delictivas. Sabe bien que la sociedad mexicana está ávida de esas noticias, pero ¿Cómo le hará para terminar con toda la gama de delitos que se presentan a lo largo y ancho del país? La promesa alienta a los votantes que aún siguen creyendo el él, continúan con la inercia de creer que todo lo malo se terminará y llegarán tiempos mejores ¿Pensarán lo mismo los delincuentes, se portarán bien y cambiarán su forma de vida? El resto de la población, los 70 millones que no votaron por él no lo creen. Están escépticos, el simple perdón que ha pretendido sea aceptado por las víctimas, no es la solución; incluso las víctimas se oponen a ello. Lastimosamente para los mexicanos Andrés Manuel no podrá terminar con la ola delincuencial, una clara prueba de ello es el haber cambiado de opinión al afirmar que las fuerzas armadas continuarán en las calles en apoyo de la seguridad pública, cuando durante toda su campaña ofreció sacar de las calles al Ejército y la Marina; sin pena alguna se desdijo y sus seguidores lo aceptan. En el rubro de la educación pública, es un despropósito echar atrás la reforma, así de simple, sin mayor estudio de fondo; cuando todos saben que la reforma educativa terminó con los poderes fácticos de los maestros, quitándoles el mediocre manejo de la educación, ahora sujeta a la constante superación de los docentes por medio de pruebas que lo acrediten, ya no hay venta de plazas, no hay herencia de plazas, no hay pases automáticos; ya no manejan el presupuesto de la educación. Pretender “echarla” para atrás es un verdadero despropósito sin fundamento, todo por congraciarse con uno de los sectores sindicales más corruptos del país; saldrá muy caro el precio que la Nación tenga que pagar por los votos que le dieron. Por eso no se puede confiar en un Presidente que da bandazos en las promesas y acciones que ya toma y seguirá tomando una vez que esté gobernando. Quiero estar equivocado, más las necias pruebas me obligan al escepticismo.

 

 

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